jueves, 1 de julio de 2010

L

Un vendaval, una tormenta, una ola, una sonrisa, un contacto, una mirada, un pensamiento, una palabra, un sueño. En resumen, una historia. No había nada que no lo moviese de su sitio. Si no eran cuarenta eran cincuenta. Él era valiente, él volaba cada día para estar a gusto. Pero no, no había manera de que le hiciera caso pero, ¿sinceramente? a él le encantaba. Rebeldía, libertad… La total felicidad. ¿Felicidad? Puede que se la llevara pero a él no le importó, el siguió, luchó y al final, venció. Con esfuerzo consiguió mantenerlo a su gusto.

Después de un largo tiempo sin ningún resultado, supo que la Tierra era poco para él y pronto lo vimos surcando los cielos. Había llegado a su máxima compenetración con lo que le rodeaba. Ya no necesitaba a nadie que lo guiara ni una mano que lo acompañara. No, él se hizo fuerte. Él venció sus ondas. Él lo venció. Ahora, ese mismo él, es diferente.

Leyre Barra.

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